viernes, 29 de junio de 2012


En la penumbra del silencio


Amanece la voz callada en el solo de la inocencia; se apodera la tristeza del foro de la conciencia huérfana de tus besos y abruma el pesar de la desconfianza a los ojos de la incertidumbre que alumbra el inconsistente mudar de las sensaciones que emergen al contemplar la seducción que habita en tus ojos.

En la esquina del recuerdo, se apoya sobre su castigada rodilla derecha, el lenguaje opaco que declina una estrofa llamada esperanza, deslumbra  el acento en forma de satisfacción al pronunciar tu nombre, al evocar el resplandor de tu tacto.

Recorro los mares de la duda en busca del susurro que dibuje tu corazón sobre la arena de mi insolencia. Ansío encontrar la respuesta que entone la sintonía sobre la que revolcar cada uno de mis deseos, cada rima de los  versos que apaciguan la tristeza y endulzan la alegría, cada tono de la melodía que un día nos presento para que juntos trazáramos colores de amor en el cielo, la secuela de las nubes que refrescan la calurosas tardes.

Quiero preguntar al verano que hizo de mi primavera, dónde escondió la luz de tus labios, dónde están los rayos del sol que albergó mi coraje, qué ha hecho con las sombras de la esperanza, dónde ha guardado la armonía del alba o la seducción con la luna oculta a las estrellas.

Cuando cierro mis ojos puedo leer en los tuyos los sentimientos que lucen en el desfile de tus sueños, puedo aspirar el aliento de tus propósitos al evocar el misterio la atracción, siento como tus manos aguardan el vacío que deja la distancia,  preservan la nostalgia y el encanto de la pasión en un canto de amor que se afana en adiestrar el desasosiego de la ansiedad.

La fragancia que ambienta los esquemas que configuran nuestro ego hace que confundamos el ser con el estar, el poder con el querer, el decir con el hacer, el ver con el sentir, el oír con el escuchar, el querer con el amar….la parodia de la vida hace que no queramos saber aquello que aprendimos, lo que entendimos y quisimos comprender parece cuestionarse en el desvalor de la arrogancia, el principio parece el fin y el fracaso amanece antes de la ocasión.

No me empujes…me puedo caer.