En la
penumbra del silencio
En la esquina del recuerdo, se
apoya sobre su castigada rodilla derecha, el lenguaje opaco que declina una
estrofa llamada esperanza, deslumbra el
acento en forma de satisfacción al pronunciar tu nombre, al evocar el
resplandor de tu tacto.
Recorro los mares de la duda en
busca del susurro que dibuje tu corazón sobre la arena de mi insolencia. Ansío
encontrar la respuesta que entone la sintonía sobre la que revolcar cada uno de
mis deseos, cada rima de los versos que
apaciguan la tristeza y endulzan la alegría, cada tono de la melodía que un día
nos presento para que juntos trazáramos colores de amor en el cielo, la secuela
de las nubes que refrescan la calurosas tardes.
Quiero preguntar al verano que hizo
de mi primavera, dónde escondió la luz de tus labios, dónde están los rayos del
sol que albergó mi coraje, qué ha hecho con las sombras de la esperanza, dónde
ha guardado la armonía del alba o la seducción con la luna oculta a las
estrellas.
Cuando cierro mis ojos puedo leer
en los tuyos los sentimientos que lucen en el desfile de tus sueños, puedo
aspirar el aliento de tus propósitos al evocar el misterio la atracción, siento
como tus manos aguardan el vacío que deja la distancia, preservan la nostalgia y el encanto de la
pasión en un canto de amor que se afana en adiestrar el desasosiego de la
ansiedad.
La fragancia que ambienta los
esquemas que configuran nuestro ego hace que confundamos el ser con el estar, el
poder con el querer, el decir con el hacer, el ver con el sentir, el oír con el
escuchar, el querer con el amar….la parodia de la vida hace que no queramos
saber aquello que aprendimos, lo que entendimos y quisimos comprender parece
cuestionarse en el desvalor de la arrogancia, el principio parece el fin y el
fracaso amanece antes de la ocasión.
No me empujes…me puedo caer.
