En el ambiente un único propósito,
una única intención y el mismo sueño de todas las anteriores… creer en uno
mismo. Se vitorea el transcurso de los minutos que avisan de que llega el
momento de programar el itinerario en el corazón, de imponer la velocidad de
crucero en el sufrimiento y de visionar en el horizonte el placer de hacerse a
uno mismo.
Comienzan los primeros kilómetros
con bastante insolencia en el espíritu y muchas ganas de ir despidiéndose de
ellos. Zaragoza acoge al coraje, lo ha hecho siempre en su historia y hoy lo
manifiesta en sus calles; da gusto abrazar el ánimo de quién comprende y
respeta el valor y la entrega… lo hizo antes el General Palafox, lo hizo la
incombustible Agustina de Aragón, lo sufrió José I, hermanísimo de Napoleón…
así es esta tierra.
La dinámica es la constancia, como
no puede ser de otra manera en esta aventura; un numeroso grupo hemos
acariciado el trote en un mismo tempo y hemos formado un bastión que nos
llevará sólida y harmoniosamente hasta las postrimerías de la meta. El trabajo
sensacional de las liebres, José Luis “Muri” y Ia incansable “Isa”, que no para de animarnos, de darnos confianza y de
gritar al público para que aviven el recorrido; sin ellos hubiera sido mucho
más difícil; mucho más duro y muchos hubieran sucumbido de no ser por su
cariño; un esfuerzo de los dos extra, generoso y solidario que pasa
desapercibido para casi todo el mundo, pero no para nosotros; Gracias José Luis
y Gracias Isa en nombre de la fatiga.
GRACIAS.


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