domingo, 9 de enero de 2011

La Colina de la Inquietudes ... la marathon!

¿Hace poco un amigo me preguntó a cerca de dónde está el placer en correr maratones…? El sacrificio de entrenar todos los días, el sufrimiento durante la carrera, etc., etc.,…

¡Siempre que puedo lo cuento!... la maratón es como la vida, como muchos de los propósitos que nos planteamos, como la carrera profesional de cualquiera de nosotros, como estudiar, como educar a nuestros hijos….

¡La maratón es una carrera de fondo!
Es una prueba de esfuerzo y sacrificio permanente en Pro de un objetivo concreto.

Lo primero que hace uno cuando va a empezar a correrla, lo primero de todo y más importante, es verse al final! entrando en la meta, saboreando y disfrutando de un momento único e irrepetible, el de haber conseguido un objetivo el de haber logrado una meta, un hito…

A partir de ahí, el siguiente paso es interiorizar y visionar una vez más toda la carrera, negociar las reglas con uno mismo, que en este caso, son aceptar que para llegar al final hay que ser muy constante, no existen atajos, no hay ventajas, todo está en nuestras manos (en este caso en las piernas básicamente...), que para sentir el placer de alcanzar la meta, es preciso esforzase y el esfuerzo es sacrificio y la línea que separa el sacrificio y el sufrimiento, a veces es muy sutil.

Por eso es tan importante visionar la meta antes de empezar; retratarse en el placer de haber logrado el objetivo… porque a lo largo de la carrera, de los 42 kilómetros van a ser muchas veces las que tengamos que recurrir a esa imagen para superar el cansancio…







Hay un punto en la carrera que en el argot, los corredores llamamos “el muro”; habitualmente suele producirse entre el Km. 28 y el 35; es un punto de la carrera donde el cansancio empieza a dominar al corredor; en algunos casos suele aparecer algo de fiebre por el propio esfuerzo, pero fundamentalmente lo que aparece como un tornado es una pregunta letal…; Qué narices hago yo aquí? ¿Quién me ha mandado meterme otra vez en esta agonía y sufrir de esta forma…? Os aseguro que en mi experiencia y ya van 14 maratones, el puñetero muro aparece siempre; a veces incluso antes del Km. 25 y siempre encontraría muchísimos más motivos, todos lógicos y racionales para pararme, sentarme un rato e irme a mi casa…. salvo que viajo rápidamente a la imagen de la meta saboreando el final; y eso hace que postergue la decisión de dejarlo y supere el agotamiento entre trago y trago de agua, vuelven a pasar los kilómetros y se llega al 36 y a partir de ese punto… uno se auto convence fácilmente; sí hemos sufrido tanto y hemos llegado hasta aquí…. Pues un poquito más y ya acabamos; y objetivo cumplido!

Llega la meta, por fin! La gente aplaude y te anima y sabes que te espera un momento mágico, aquel que imaginamos al comienzo y que hemos recurrido durante la carrera; te espera un montón de cosas más en forma de bálsamo pero todas incomparables a la sensación de haber alcanzado un sueño, un propósito…haber vencido a la perpetua sombra del fracaso, haber superado nuestras propias limitaciones, nuestros propios prejuicios y no haber tirado la toalla ante la primera dificultad razonable para haberlo hecho.

Así es la maratón; y ahora me toca preguntar a mi… ¿Y la vida?; ¿Y estudiar?; ¿Y tu carrera profesional?; ¿y la convivencia con tu pareja o con tus amigos? …: No son así?

A nuestro alrededor, ¡todo está lleno de obstáculos!; en la vida encontramos a menudo “muros” que nos invitan a tirar la toalla a auto convencernos de que no merece la pena o de que no podemos conseguirlo o de que es demasiado esfuerzo…o que mejor, mañana!!!

La vida en sí mismo es un conjunto de retos, de hitos, de metas, de objetivos, de pendientes que superar. Además y a menudo que vamos haciéndonos más mayores, entendemos que solo el esfuerzo, el sacrificio, la constancia y la tenacidad son los atributos válidos para llegar hasta al final; es vedad que existen atajos y de que es una opción buscarlos, verdad? pero casi siempre sabemos como acaban…mal!

La importancia de la visión la sabemos muy bien en las empresas; es una de las primeras cosas que nos enseñan en coaching; lo llamamos VIP (Visión interior Positiva) y nos permite visualizar el objetivo; el mapa de intenciones, de tareas, en definitiva todo lo que vamos a tener que superar en el proceso; nos permite también asumir el fin de lo que hacemos y porque lo hacemos y  trabajar tenazmente en virtud de ese propósito.
A esto en el ámbito empresarial también lo solemos llamar planificación, operaciones, etc., verdad?

El muro no es más que las dificultades que nos surgen a diario en cualquiera de los órdenes de nuestra vida, de las mil razones que harían que abortáramos nuestros proyectos y que gracias a haber negociado con uno mismo el valor del hito, somos capaces de superarnos y a veces, sobre todo a partir de cierta edad, de reinventarnos para lograrlo.

¿Y la meta?... ¿no estamos llenos de metas, de objetivos? En las empresas a esto lo definimos con un cierto refinamiento y lo llamamos Misión; en definitiva es la razón, el motivo por el que nos pasamos la vida luchando y remando rumbo a ello. Y en nuestras vidas? ¿Qué son sino nuestros hijos, ¿no son la proyección de una meta? La de la existencia, la de nuestros orígenes y la del propio destino, desde que nacen se convierten en nuestra misión y nosotros proyectamos la carrera y todos sus obstáculos, para superar todas las dificultades que aparecerán y asumimos que pese al sacrificio, y a veces sufrimiento, en Pro de esa misión, nunca tiraremos la toalla…

Esta es la respuesta que le dí a mi amigo y es el  paralelismo que encuentro  entre un hobby como tal, entre la actividad física y el plano más intimista… o como aquella ilustre cita latina de Juvenal:

“mens sana in corpore sano”



P.D.: La próxima maratón es el 13 de febrero, será la 15ª y ya os contaré dónde apareció el puñetero muro..

No hay comentarios:

Publicar un comentario