lunes, 10 de octubre de 2011

Quiéreme cuando menos lo merezca que será cuando más lo necesite...

¡Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite…!
Oscar Wilde
Fantástica cita de uno de los grandes maestros de la literatura universal; hedonista e irónico por naturaleza, cuentan que cuando agonizaba entre la vida y la muerte, a punto de despedirse de la luz, exclamó desde su cama…”o cambian ese papel pintado de la pared, o me muero aquí mismo!”. ¿Ironía? Pues, no lo sé, a mí me parce un acto más de intransigencia a la vulgaridad, de no complacencia sobre de lo mundano, de soberbia vital, de haber dejado pocas cosas por hacer, de tener pocas explicaciones por dar y pocas cuestiones por resolver.
Saber reírse de la adversidad es en cierto modo la mejor forma de entenderla o mejor, de aceptarla. Las contradicciones son parte de nuestra naturaleza, nos ubican entre los escenarios de la duda y avalan con su correspondencia, que la razón no es propiedad de nadie y que las opiniones son frágiles en la medida que se cimentan entre el desconocimiento y la sabiduría, entre las cuestiones y los matices, entre las sombras de la experiencia y las luces del aprendizaje. Las opiniones se subordinan a un ente aún más susceptible de sucumbir al efecto de la metamorfosis, el llamado criterio; un estadio en la mente que responde  por un lado al pensamiento y por otro a lo que suponemos o imaginamos; y es que, al igual que le ocurría en forma de moraleja al personaje de la genial obra de Oscar Wilde, a Dorian Gray, vemos lo que creemos ver, imaginamos lo que nos conviene y soñamos lo que nunca seremos y deseamos lo que nunca tendremos… ingredientes todos, suficientes para cocinar en el transcurso de nuestra existencia un continuo espiral de contradicciones, al amparo de nuestra propia inconsistencia como seres.
Volviendo a la cita que encabeza este texto, parece que conjugamos mejor la necesidad que la virtud, que resolvemos mejor el asiento del “debe”, que el del “haber”, que para ver la belleza de las flores es necesario asomarse a un páramo desierto, que quién más ama la luz del día, es quién ha sufrido en la oscuridad, vivimos pensando que la mejor canción aún no la hemos escuchado, que el beso más hermoso todavía no lo hemos recibido. Caminamos  detrás del error porque no valoramos el acierto, criticamos porque es más fácil que alagar, hablamos para no escucharnos, …
Nos enamoramos como fruto del deseo o incluso de la codicia y solo cuando se vemos que el mercurio del termómetro de la pasión indica agotamiento, tememos perder porque un poco antes habíamos renunciado a ganar.
Por eso hoy quiero que sepas que…
Admiro el vacío que da sentido al desorden, el calor que derrite la angustia, la sombra que apacigua al caminante, la verdad que destruye una mentira, admiro la música que rompe el silencio, las letras que forman un sentimiento, las luces que iluminan mis temores; admiro los besos que me diste cuando dormía, la sonrisa que me entregaste cuando te defraude; admiro las  flores que me llevas cada amanecer, los manos que soportan la pesadilla de la soledad,  la serenidad de tus preguntas y el valor de tus respuestas. Haces que sea mejor cuando te siento cerca, me vuelvo cuerdo cuando no me siendo perdido.

Por eso hoy quiero decirte…
Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite




Jesús Moya
“Aquello que pensamos, es aquello en lo que nos convertimos”

1 comentario:

  1. Amigo Jesús, ya sabes que yo te aprecio cuando no te lo mereces y mas aún cuando te lo mereces. Esto me encanta. Muchas gracias y un abrazo.Víctor

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