Recuerdo bien, muy bien, aquel lugar.
Desde la primera vez que llegué allí, han pasado más de once años; que ironía…, parece que el tiempo se detuvo entonces, que la vida se tomó un respiro , que se sentó en el sillón junto a la esperanza y que decidió invocar al amor.
En efecto, la primera vez ya me pareció un enclave único; su orografía era singular; destacaba por su harmonía, su semblante era perturbador y los recovecos de sus colinas insinuaban al pecado, al peregrino llamaban a perderse, al sensato invitaban a voltear la cordura por el deseo, al silencio le ponía ruido y a la luz, brillo.
Recuerdo sus primeras licencias, sus voluntades marginales y las llamas de la seducción al filo de lo imposible. Recuerdos que son un funeral de lágrimas implorando la venganza de lo que sin ser quiso ser, de lo que al parecer, pareció y de lo que perdimos por no buscarlo.
Hoy, al volver, he visto la misma energía en todas sus calles y sus esquinas, reflejadas en la potencia de sus pupilas cuando reflejaban la miseria de la soledad, he vuelto a escuchar en sus lágrimas, aquella canción que nunca más sonó, me he embriagado de sus mismas caricias como la primera vez, como nunca…, he absorbido la sensibilidad con que supo acogerme entonces y hoy ha sabido perdonarme.
En su plaza mayor, precepto de subordinación para el resto de las insinuaciones, atizaban corrientes de aire; revoloteando los cabellos de la insistencia y aflorando la castidad del coraje, me topé conmigo mismo, con el tiempo perdido, con las oportunidades afectadas por el virus de la indecisión, con la falta de determinación para entender que hay que actuar, con la inseguridad , con las respuestas de las preguntas nunca enunciadas, con la soberbia del género en minúscula, con la falsa equidad de un cretino , me topé contigo.
La Mar me trajo a la orilla de tu destino; puede sea esta la estaca a la que varar la nave de mis sueños, quizás la vida nos entregó hoy la llave que abre el baúl de los besos que aún no te di y de las cosas que todavía no te he dicho.
Mi ceguera hoy ha visto el ancla que nos amarró a la ilusión que un día compartimos, como el semblante del dolor ha engendrado la duda de la razón y ha alumbrado al desconcierto.

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