Las ocho y media de la tarde del sábado; Corriendo desde la UEM y dejando al profe con la palabra en la boca, dirección a Atocha, Ave con destino Zaragoza, el recorrido me suena, una o dos veces por semana… el mismo parking, el mismo andén, el mismo ritual, el mismo vagón, el mismo asiento, las mismas prisas, el mismo equipaje pero distintos motivos… vísperas de maratón, de paliza, de dolores..
El pronóstico del tiempo es para pensárselo un poco; lluvia, 9 grados de máxima y viento superior al 47km/hora…. Ay Dios!. Llega el Ave a Delicias, salimos a la calle y no hay ninguna duda, viento para una boda!.
Qué pereza, suena el despertador, me he pasado la noche en los tribunales de justicia (en sueños, jejejeje); la culpa? El profe de Dº procesal que es tan bueno que me ha insertado la lección por la venas! Qué horror esto de los pleitos, casi que va a ser mejor que me levante, me vaya desperezando, y a pegarse un desayuno de competición, o sea, hidratos para poner una tienda… sí es que lo dicen los castizos, más vale un buen acuerdo que un mal juicio….!
Pocos minutos antes de comenzar la carrera, se deja caer por el polideportivo municipal del parque grande, dónde íbamos a salir, un ilustre del trotar, dos veces subcampeón del mundo, un recio gasteiztarra, Martín Fiz, que haría las veces de liebre para los atrevidos con las tres horas. Su calentamiento más que una secuencia de movimientos para despertar a cada uno de sus músculos, parecía un ritual de contraposiciones, un elenco de movimientos coordinados al compás del sonido del esfuerzo; a diferencia de la mayoría de los participantes, su rostro no ampara dudas respecto a llegar o no… y yo me pregunto otra vez más por qué y no vuelvo a no saber que decir…
En la salida, omnipresente, retador e inoportuno, vaya vendaval! Una salida quizás algo más fría que otras a las que por el volumen de gente estoy acostumbrado son muy emocionantes; el speaker se afana en animar al personal, comienza la cuenta atrás, miramos al cielo para sincronizarnos con los nuestros y comienza una nueva aventura.
Los primeros quince kilómetros se hacen dentro del parque y sus inmediaciones; acaba resultando pesado rebuscar las motivaciones y energía necesarias entre los mismos recovecos una y otra vez; salimos a la ciudad, el viento es imposible, hace que los kilómetros pesen más y que la energía fluya meno, el tiempo nos conduce y por fin, la media maratón, el grupo de las 3,30h a la espalda fusilando el ánimo, no vamos tan mal, estamos dónde queríamos, pensamos. Entre el km 30 y 35 un inesperado acompañante, ni más ni menos que “Spiderman”; sí, si..un tío de Amurrio disfrazado completamente y que atrae el ánimo todos los niños; esta era su octava maratón en 2.011; le ví en Sevilla y en Madrid con el mismo disfraz; además lleva un pañuelo del Athletic en el cuello, jejejjeje, con esto no contaba; ya veis a estas alturas de la carrera cualquier cosilla sirve para desviar la atención del dolor que ya lidera las sensaciones o del vacío que deja el cansancio en las emociones.
Al fin, y nunca mejor dicho…. Suena música de fondo, balbucea el personal, el viento aunque más fuerte ya ni se siente, el cansancio muda su repertorio por el traje de la satisfacción, de la auto realización, de otro sueño cumplido…lo hemos vuelto a hacer y ya son 17!
Al cruzar la meta y como desde hace unos años, la primera mirada va directamente al cielo, porque en la distancia y en el sufrimiento, su compañía es la inyección de coraje que hace que la voluntad no sucumba.
Gracias a las palabras de tus labios, gracias al sonido de nuestra canción, gracias a las sonrisa que me abraza tras el esfuerzo, gracias a las manos que me sostienen para no desfallecer, gracias a los ojos que nunca me esquivan, gracias al calor de tu comprensión, gracias a la pureza de tus sentimientos, gracias por estar ahí!
Jesús Moya
“Aquello que pensamos es aquello en que nos convertimos”

No hay comentarios:
Publicar un comentario