Igual que el rastro que deja la brisa cuando se refriega por la orilla en una tarde fría de invierno en cualquier puerto del cantábrico o el inconfundible olor del incienso en el peregrinaje de las cofradías en las tardes de pasión … cuando se acerca el final del año, todo el aroma se impregna de balances y juicios; somos sensibles a auditar nuestras emociones, a pensar en lo que hicimos y en lo que no emprendimos; como el final de un capítulo, como el desenlace de un episodio, la moraleja de un cuento o el despertar tras un sueño… atendemos al principio de la matemática para sumar y restar aquello que nos ocupó.
Quiero compartir con mis amigos algunas de esas reflexiones; la primera de las muchas novedades que ha supuesto el año que estamos a punto de capitular es precisamente este humilde retablo de pensamientos; alentado por el apoyo incondicional de mi entrañable compañera, por el entusiasmo con que lee cada línea… por la confianza que me da que va a estar detrás de cada párrafo…comencé a abrir la trastienda de mis inquietudes, a airear viejos propósitos y a hacer una de las cosas que más me gustan y más me llenan y que quienes me conocen bien saben que vivo con pasión, la comunicación en general y escribir en particular.
Aunque uno trata en la medida de sus posibilidades de hacerlo lo mejor posible, no me importa el formato de lo que escribo, ni la decoración de las ideas; tampoco busco especular con las palabras; mi propósito es compartir y estar más cerca de mis amigos; es una forma de sentirse más vivo, de crecer y palpitar el estado de las emociones con las que vivimos a diario. Mi deseo es seguir haciéndolo y seguir contando con vuestra generosidad.
Hace exactamente una año que en casa decidimos que hacer el MBA en la EOI era una buena idea; la opción de formarse siempre es atractiva; pero está siendo mucho más; se esta erigiendo como un viaje apasionante; navegando entre amigos geniales, de apreciable talento, con un mismo denominador común que no es otro que el de crecer, el de hacer mejor todo lo que cae sus manos, con un espíritu de colaboración y de solidaridad impresionante; un compendio de sueños y de ilusiones que casi todas las semanas se sientan alrededor de la hoguera de los propósitos; se acurrucan junto al deseo del crecer como individuos, del sueño de poder devolver parte de lo que son y de lo que empezamos a ser y del coraje mirar al horizonte, de visionar y de hacerse discípulos del “querer es poder”.
Otro de los regalos de esta aventura son los timoneles que nos guían; no podría obviar, ni sería justo, no mencionar el valor humano y profesional de los profesores y su dedicación; no solo es admirable, es un verdadero privilegio que para todos nosotros están señalando un camino y una conducta de excelencia, de evolución, de reinvención…de generosidad también para poder devolver algún día parte de lo que aprendemos.
Pero todo esto requiere un esfuerzo personal, profesional y por supuesto familiar muy importante; por eso, no me cansaré nunca de darle las gracias a Maribel y a Asier por estar siempre ahí; por su comprensión, por su paciencia y por su ejemplo.
En otro orden de cosas, en este caso por el lado duro de la vida, por el de la lluvia de peñascos, este año también ha representado una lección vital de imborrable fractura; traté de despistar a la evidencia, de relativizar la secuencia, de eludir la aplastante realidad … por miedo a no saber responder o quizás a no querer admitir la soledad con que uno sucumbe a sus fracasos, a sus errores, a la falta de lo que en otro tiempo fue un bálsamo; tras admitir el egoísmo con el que lo quise administrar, llegué a la conclusión más elemental; de dónde vengo….; y ahora ya solo quiero estar con él, que sienta mi mano cuando la necesite, a velar por el brillo de sus pupilas, pese a la tormenta que apaga la llama de su conciencia, devasta su verticalidad, atropella al amor por la vida…nos aleja un poquito cada día…; hace mucho tiempo me dijiste…” pon lo máximo, en lo mínimo que hagas” y a eso pienso dedicarme mientras pueda.
La vida en sí es un vaivén de sensaciones y de experiencias; de viejas historias y nuevos relatos; de modernas sintonías y clásicas melodías; de pinturas al óleo y abstractos paisajes…y por eso sufrimos con lo que perdemos y disfrutamos lo que nos llega; y en ese escenario y como un rayo de luz y para darle sentido a lo que somos y para lo que vivimos, vemos como crecen, como emerge su personalidad y como administran el descubrimiento del ser, como vamos cediendo el paso para que sean ellos quienes marquen el ritmo, quienes abanderen la esperanza y traigan el futuro al presente.
Voy concluyendo estas líneas con el mismo espíritu que las comencé; la idea de compartir, de crear un enlace entre el ser y el estar; acurrucado entre pensamientos y sueños; entre bocanadas de ilusiones alejadas del escaso valor que tiene identificar los acontecimientos que nos suceden bajo la tutela de un guarismo que simplemente nos recuerda que somos algo más viejos y que nos toca poner el cronómetro a cero nuevamente para medir lo mismo que medíamos ayer, lo que desearemos medir mañana….
Feliz año nuevo de todo corazón.
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