La noche se hace larga; los mezcla de nervios, ansiedad, cansancio… y la eterna pregunta!! Por qué? En fin, ya os he contado más de una vez que no merece la pena la respuesta; entre algún insolente bostezo y más de un suspiro, comienza la ceremonia…
El tren de cercanías que nos lleva a Recoletos justo a los pies de la salida, se va tiñendo de colores y de expectativas estación a estación; prácticamente a esa hora, todos los que formamos la caravana de viajeros llevamos un mochila cargada de ilusión y el atuendo nos delata, somos sufridores.
Una vez más la salida se empacha de buenas intenciones; entre la maratón y la prueba de los 10km, nos dicen que somos más de 15.000 almas…Dios! Que ambiente! Es difícil describir los minutos previos a la salida; entre nervios, empujones, conversaciones opacas que tratan de evitar pensar que ya es tarde para arrepentirse o quizás demasiado pronto… Lo que no cabe duda es que esos minutos junto a los finales son los que le dan sentido al esfuerzo y son irrepetibles.
Comienza la carrera; la temperatura es ideal y en los primeros kilómetros ya se ve la gente animando; las calles de Madrid siempre responden y francamente, es un gustazo. Como anécdota os contaré que como a mediados de la prueba nos sorprendió una señora con una bandeja de pestiños… increíble! O que a la salida de la casa de campo, en el km 31, aprovechando un cruel subida, la cantidad de gente apenas dejaba un ligero pasillo con cabida para tres o cuatro corredores a lo sumo.
Es mi 16º maratón de los 25 que me propuse hace algunos años cuando solo llevaba 7; se nota por lo tanto que la experiencia ya es mi mejor entrenamiento; fuimos guardando fuerzas , quizás podríamos haber subido unos 10 segundos o 15 por kilómetro y hubiéramos terminado sobre las tres horas y media que últimamente es mi mejor ritmo; pero esta maratón llegaba justo en medio de otra, en este caso la del final de mba y había las fuerzas que había; esa actitud conservadora que me llevo a terminar en 3,44 la he agradecido especialmente el domingo por la tarde y el lunes; la recuperación ha sido mucho más rápido que en las 15 anteriores ediciones y prueba de ello es que al día siguiente salí a entrenar; algo que jamás pude hacer antes.
Cuando por fin se cruza la puerta de entrada del parque del Retiro y justo después de los 6 últimos kilómetros donde el trazado es hacia arriba y en especial los dos últimos al paso por la puerta de Alcalá, las sensaciones son extraordinarias; una mezcla de satisfacción, alegría, desahogo… una mirada solidaria a la cara voluntarista del sacrificio, la huella de la disciplina y la ecuación del valor despejada, cuya “x” significa esfuerzo.
Y para rematarlo a unos 800 metros de la meta, el premio más gratificante; ¡ Asier esperándome para entrar de la mano en la meta!
Un beso tierno de mi hijo y una vez más, una mirada al cielo para agradecerle su compañía imperturbable …,
Un nuevo deseo, un nuevo reto, un nuevo sueño, es el camino que nos lleva hacía lo que somos, que nos trae de donde partimos y que nos guía por la senda de la felicidad.
“Aquello que pensamos es aquello en que nos convertimos”
Jesús Moya
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