miércoles, 21 de marzo de 2012

La Tirania de la Voluntad

La tiranía de la voluntad


 En 1.913 el aventurero Ernest Shackleton partía en su tercer intento hacía la conquista de la antartida; lo hacía a bordo de su barco, el endurance junto a 17 marineros que formaban parte de su tripulación y que habían respondido al siguiente anuncio: “se buscan hombres para expedición arriesgada. Poco dinero, mucho frío, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno dudoso, y honor y reconocimiento en caso de éxito”. A las seis semanas de partir el barco quedó encalllado en el hielo; quedaron atrapados más de 17 meses sobre un gigantesco pedazo de hielo flotante y fueron a la deriva. A partir de ahí, comienza la verdadera proeza; primero deciden echarse al mar en botes salvavidas y durante 7 interminables días alcanzan Isla Elefante una inhóspita isla rodeada tan solo de hielo; Tras unos días, Shackleton decide junto a los cinco tripulantes que se encontraban en mejores condiciones volver al mar hasta alcanzar las costas de Georgia tras 17 interminables días contoneando con la muerte; no era suficiente y solo con dos de sus hombres, los únicos que se mantenían con fuerzas, tuvieron que sortear montañas superiores a los 3.000 metros hasta alcanzar por fin las costas balleneras y conseguir ayuda para rescatar a sus hombres tanto en la costa de  Georgia del Sur como en Isla Elefante.

Ernest Shackleton no logró alcanzar su propósito, cruzar la antartida, pero tal y como indicaba en su anuncio, consiguió con su proeza el honor y el reconocimiento que merecía tal hazaña. Se dice al respecto cuando se hace referencia a ésta conocida historia que, Shackleton fracasó para lograr el éxito.

Determinación, capacidad para sacar lo mejor de uno mismo y de los demás, …. , querer es poder!

La elección premeditada de lo que queremos conseguir, la voluntad inequivoca de lo que nos interesa y nos importa, las decisiones que parten de nuestro consciente y de nuestra intención, las ilusiones y los sueños, los deseos, el horizonte de nuestra vida… , en definitiva, el conjunto de nuestros proyectos y con independencia de su arquitectura, son el motor de nuestra felicidad. Comos dice Fernando Botella en su libro, Atrévete, las personas somos más felices cuando podemos tomar nuestras propias decisiones y las llevamos a cabo.

La voluntad es la facultad que nos permite gobernar nuestros actos, nos habilita para decidir bajo nuestra propia autonomía y optar por un tipo de conducta o actitud determinada. La voluntad es el poder de elección con ayuda de la conciencia, la voluntad es el episodio previo a la acción, ocurre lo que queremos que ocurra; la determinación señala el camino de los hechos y en buena medida, los propios resultados junto a otro componente igualmente letal para alcanzar cualquier meta , el esfuerzo.

Atravesamos tiempos dificiles, presididos por la incertidumbre y bajo una crisis fundamentalmente de confianza; Es mucho más sencillo refugiarse en las razones  para no hacer algo que aundar en los motivos para intentarlo; seguro que  Shackelton también encontraba más argumentos para sucumbir en su empeño, que elementos para visionar un salida, y sin embargo no cesó en su obstinación, guiado por su determinación y voluntad de superación. Al amparo de una cruda realidad y bajo la tutela de la consciencia para tomar decisiones de orden vital y de carácter binario: vivir o morir.

Es más fácil no luchar; es más cómodo resignarse; pero también es más egoísta y más injusto ceder al capricho de la voluntad. Sí quieres hacer algo, sí de verdad lo quieres, hazlo y no busques disculpas.

Determinación, capacidad para sacar lo mejor de uno mismo, …. , querer es poder!

La cultura del fracaso

En uno de los entornos más prósperos del planeta; en el gemen de la tecnología, en Sillycon Valley, singular ecosistema de visión y talento, una de las primeras doctrinas que se insertan en el adn de quién pone los pies allí, no es la cultura del éxito, sino todo lo contrario, la del fracaso; allí tienen muy claro que el que no ha fracasado, sencillamente no ha aprendido. Hay muchas historías que convalidan ese dogma en cualquiera de las exitosas y reconocidas compañías que han germinado en el Valle; quizás la más conocida es la de Sergey Brin o Larry Page, fundadores de Google, que tuvieron que predicar y presentar su algoritmo en más de 60 ocasiones buscando un bussines angel que estuviera dispueso a poner dinero para echar a andar la start up; quién lo diría ahora, verdad? Fruto del éxito? O de la determinación, de la voluntad, del  querer, de no sucumbir ante las más de 60 negativas… júzguenlo Ustedes!

Conocido es lo que Michael Jordan dijo en una ocasión: “he fallado más de 9.000 tiros en mi carrera; he perdido casi 300 partidos; Mis compañeros confiaron en mi hasta en 26 veces para lanzar el tiro que ganaba el partido y lo fallé; he fracasado una y otra vez en mi vidad y es por eso por lo que tengo éxito”.

La carrera de fondo por excelencia en el atletismo es la maratón; los maratonianos sabemos que tenemos que anclar la vista en el horizonte; en la sensación de felicidad indescriptible que supone alcanzar la meta tras 42 largos y tediosos kilómetros, que afilan su textura a medida que el cansancio emerge de entre las voluntades y que trata de dilapidar el ánimo en forma grieta; no mirar atrás, no soltarnos de la mano del proposito, no olvidar nunca el compromiso que hemos adquirido, no peder la vocación y la razón por la que estamos haciendo lo que hacemos. Llegando al kilómetro treinta y tantos aparece lo que en el argot, se llama el muro; es como un callejón sin salida, donde pierde sentido el esfuerzo y  se castiga vilmente la teoría de la concienciación; aparecen nuevamente más razones para detenerse que para seguir; para justificar el fracaso que para seguir luchando;  pero la determinación y la voluntad declianadas en el presente de indicativo, vencen a la fragilidad del conformismo y se acaba por llegar a la meta y por cumplir el objetivo.

Claro que no sólo es actitud; también se precisa aptitud, pero para eso hay otra receta; la distancia entre el querer y el poder se acorta con el entrenamiento.

El éxito como el fracaso forman parte de las sensaciones que tiene la vida; son inestables, efímeras y caprichosas.  Aprender de los errores no es sino síntoma de madurez, de comprensión y de eso de lo que hablamos tanto ahora, de inteligencia emocional.



Autoliderazgo

Señalan los expertos que el autoliderazgo es la capacidad que todos tenemos de dirigir nuestra propia vida centrándonos en nuestras propias necesidades. Es ser consciente de que uno construye su realidad con sus propias posibilidades y límites y con el poder de elegir para cambiarlo o no.

Añadiría que es la fe en uno mismo;  conciencia de nuestras posibilidades: tomar decisiones  y explorar nuevas opciones con determinación y confianza. Es la voluntad de procurar, de hacer que las cosas pasen, sin esperar ni a que ocurran por la inercia desforada de nuestro comportamiento ni porque otros decidan por nosotros. Hoy estamos decidiendo lo que seremos o haremos en el futuro.

Además esa disciplina nunca nos puede ser ajena, debe responder a nuestros propios estímulos, fruto del inconformismo y del afán de superación; de dar lo mejor de uno en aras a velar por  la insurgencia de la complacencia.

Es imprescindible sentirse bien con uno mismo; gustarse y auto estimularse; es más impotante como nos vemos que como nos miran; es más revelador como nos queremos sentir que como nos notan; las emociones se trasmiten a velocidad de vértigo y antes que nos demos cuenta, proyectamos vía lenguaje no verbal, nuestro estado de ánimo, las sesaciones que nos generan el entorno y muy en particular las personas que lo forman.

Sí uno se siente bien, sí es feliz con lo que hace y sí lo que hace tiene relación con lo que piensa, estonces el bucle se reproduce y con el se retroalimenta nuestro ego en forma de virtud.

“ sí quieres ver algo que nunca has visto, haz algo que nunca has hecho”



Con mis mejores deseos.

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