lunes, 21 de enero de 2013


Nuevos tiempos!
No estamos ante una gran depresión, esta vez es peor, vivimos en una gran degeneración.

(The Great Degeneration,  Fergurson)

Dice Niall Ferguson en su libro, recopilatorio de  sus conferencias en la BBC, que la decadencia de Occidente es algo que estaba profetizado; sus síntomas están por todas partes hoy día: la desaceleración del crecimiento, el endeudamiento, el envejecimiento de la sociedad, el comportamiento antisocial… nuestras instituciones en pleno proceso de degeneración. No sabemos aún sí era lo que los Mayas profetizaron para 2.012, pero lo cierto es que estamos sumidos en un proceso degenerativo de nuestro modelo de sociedad que los ciudadanos nos somos capaces de comprender y los políticos no son capaces de gestionar.

El modelo de organización social y político que hemos conocido se basaba en cuatro pilares fundamentales: El ejecutivo representativo de la voluntad popular, el libre mercado, el Estado de Derecho y la Sociedad Civil. Pilares de sociedades motrices del mundo desarrollado como Europa o EEUU y que hoy vemos con angustia un inquietante deterioro.

El modelo político que nos representa y que nos hemos otorgado en nuestra sociedad es endogámico, blindado al ocaso de las clases populares, falto de autocrítica y respuesta contundente a la corrupción sistémica que circula por su genuino adn.

El endeudamiento se refleja en el creciente déficit generacional que condena a nuestros hijos y a nuestros nietos a pagar los excesos de nuestros gastos.

Los mercados adolecen de la premisa mayor: libertad. Por el contrario cada vez más fiscalizados, cargados de complejas regulaciones que lejos de sanar, enferman los canales de la competitividad y del emprendimiento. La falta de financiación asfixia lentamente el desarrollo industrial y el espíritu comercial de antaño.

El poder judicial navega entre el imperio de la Ley y la intromisión política.

La sociedad civil ha degenerado en sociedad incivil, donde perezosamente esperamos que todos nuestros problemas los resuelva el Estado

Y fuera no llueve menos… El mundo árabe se auto determina en un proceso de democratización cuyo coste no se alcanza a vislumbrar en materia de derechos humanos, China lucha entre las tinieblas del estado de derecho y la liberalización económica. Americanos y europeos desperdician el legado universal que durante siglos hemos constituido en forma de instituciones.

Parece que estamos en una completa Catarsis, en una reivindicación de nuestro modelo de sociedad y de convivencia; un replanteamiento en forma y fondo de los pilares básicos que conforman el Estado. La política se aleja de los ciudadanos y lo peor, los ciudadanos dejan de confiar en la política.

La justicia se reinventa, pasando de la universalidad a un nuevo modelo de castas sociales en forma de tasas disuasorias de la tutela judicial efectiva y bajo un disfraz recaudatorio y pretencioso de una falsa voluntad, la de la reordenación de la institución que adolece de eficacia y del tempo apropiado para que quién la haga la page en tiempo y forma.

El modelo económico ha reventado en las narices del crecimiento abnegado por un sinuoso endeudamiento nacido de enormes facilidades a disposición de la insensatez para acabar convirtiéndose en malvado verdugo que decapita desahucios e ingentes promociones de viviendas vacías al unísono. Absurdo.

El mal llamado estado del bienestar, que no es otro artilugio, que un insostenible catálogo de promesas sociales en manos de irresponsables políticos que añoran el poder prometiendo la construcción de puentes sobre ríos inexistentes para conducir al rebaño de la ignorancia, la complacencia y el conformismo por la senda de lo imposible. Hoy la sociedad llena las calles reclamando derechos sociales que una vez tuvo pero que nunca poseyó. A la perdida de tutela efectiva, la llamamos recortes…Nadie está dispuesto a pagar la factura del privilegio pero todos afanados en la manutención de los excesos.

La sociedad Civil requiere respuestas que amortigüen el vacío que dejan la incomprensible actitud ajena al sufrimiento de los más débiles que demuestran los titulares de una butaca de la poltrona política o de los muchos que opositan a vivir de los ciudadanos y a vivir del cuento político. Ni se explican ni se les entienden.

¿Quién ampara la pobreza?  Columnas de díscolos manifestantes suplican por recobrar lo que nos ha hecho ser más pobres; indulgentes con el despilfarro, insolentes con el sacrificio. Reclamar al estado que sea garante de la transición de la deuda a la pobreza. El Estado debería ser en todo caso facilitador, pero ya hemos visto lo que ocurre cuando quien gobierna es la codicia y no la astucia. Los impuestos han dejado de gravar las rentas para aliviar la ineficacia de los gobernantes y sus afanes imperialistas de naciones inexistentes.

Y en el mundo China que ya ha salido de su estancamiento de tres siglos, impugna el medio ambiente, los derechos sociales de los trabajadores y reinventa el comercio. Un nuevo orden económico mundial donde los países desarrollados subordinan su sostenibilidad al albedrío de los países emergentes. Alianzas insospechadas antes de que Leman Brothers nos señalara lo tortuoso del camino a recorrer. Centroamérica se inmola en un peculiar “regreso al futuro” popularista y dialéctico, vacío de desarrollo y con un festín de corte pagano que una vez más sucumbirá a sus seguidores al lecho de la abundancia para los unos y la escasez para los muchos. La OCDE ya atribuye el 45% de la población latinoamericana a las clases medias que soporta el peso del gasto social mientras que el 10% más rico se beneficia del 35% de los ingresos nacionales.

Occidente cabalga en estos días del liberalismo a la regulación, del temido abismo fiscal norteamericano de final de 2.012 con visos de reencarnación en la próxima primavera  a la evidente ralentización de Alemania sumisa de una cuestionada posible reelección de Merkel que no en vano acaba de sucumbir en la Baja Sajonia, las contradiciones de Holande sobre las medidas para incentivar el crecimiento que le auparon al trono que borra cualquier pasado marxista para quien lo habita, la reencarnación de “Il Cavaliere” para desvalor de una acertada dirección tecnócrata o el divorcio de Cameron con la pragmática europeísta de Durao Barroso o el silencio de Van Rompuy ante los canticos soberanistas de algunas de las regiones de también su negociado.

El nuevo mundo árabe redacta constituciones democráticas resucitando en vida al tribunal de la Sharía entre otras lindezas despóticas. Apoltrona a los nuevos mandatarios en los viejos sillones de la tiranía. Los asentamientos terroristas de reciente actualidad en Mali y el atentado de Argelia contra la industria de hidrocarburos reabren la herida de la transcendencia para Occidente del comercio de armas y los crueles matrimonios entre la tutela de los derechos humanos y la onerosa custodia de las materias primas tan pretendidas por el gigante asiático.

No estamos ante una gran depresión, esta vez es peor, vivimos en una gran degeneración.

 

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu exposición global de la situación que nos condena. Solemos (los blogueros, la prensa, los políticos, los ciudadanos) focalizar la vista en un detalle del lienzo y perdemos la perspectiva de la obra de arte. Así nos va.
    Gracias por el texto. Espero poder tener la ocasión de leerte pronto de nuevo. Veo que la vida te tiene ocupado. Un saludo.
    http://maria-may.blogspot.com

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